Cómo hacer las paces con el error (Aunque tu ego no quiera)
- Ps. Daniela Cifuentes

- 13 jun
- 2 Min. de lectura
¿Alguna vez cometiste un error y pasaste días justificándolo, ignorándolo o castigándote sin parar?
Es más común de lo que parece. Porque no es solo el error. Es lo que el error hace temblar dentro de ti: la idea de quién crees que eres.
¿Qué pasa dentro de ti cuando cometes un error?
Desde la neuropsicología, cada vez que nos equivocamos se activa una red cerebral relacionada con el conflicto interno y el procesamiento emocional (la corteza cingulada anterior, la amígdala y otras regiones). Pero aquí entra el ego, que se encarga de proteger nuestra identidad frente a lo que considera una amenaza: sentirnos inadecuados, insuficientes o rechazados.
El ego se defiende... como puede. Y por eso activa mecanismos como:
• Negación: “Eso no fue culpa mía, fue por el tráfico”
• Proyección: “Esa persona es la que siempre lo arruina”
• Racionalización: “Lo hice porque no tenía otra opción”
• Desconexión emocional: “No me importa, la verdad”
• Autoexigencia extrema: “Qué idiota soy, siempre lo arruino”
Parecen protegerte, pero en realidad te alejan del aprendizaje y de la paz contigo mismo/a.
Entonces... ¿Cómo hacer las paces con el error?
Aquí te comparto 4 pasos sostenidos por la evidencia clínica y fáciles de aplicar en tu vida diaria:
1. Nombrar lo que pasó sin juicio “Me equivoqué al reaccionar así, estaba frustrado y no supe gestionarlo.” Usa un lenguaje objetivo. No te insultes. No minimices. Solo describe.
2. Explorar el por qué, no para justificar, sino para comprender ¿Qué parte de ti se activó? ¿Estabas cansado? ¿Herido? ¿Reaccionaste desde el miedo?
3. Practicar la reparación, no la perfección Si tu error afectó a alguien, pídele perdón con responsabilidad emocional. Si fue contigo, repítete: “Estoy aprendiendo a hacerlo mejor, y eso también vale.”
4. Sostenerte con compasión Trata a tu yo del error como tratarías a un niño que está aprendiendo. No necesitas castigo para aprender. Necesitas presencia, guía y autocuidado.
Hacer las paces con el error no es un acto de debilidad. Es un acto de madurez emocional.
Porque aceptar el error no te define por él. Te libera de cargarlo como castigo, y te enseña a transformarlo en sabiduría.
¿Y tú? ¿Ya aprendiste a hablarte con más compasión después de equivocarte?



Comentarios