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Aceptar ayuda como acto de madurez emocional

Actualizado: 13 jun

He escuchado a muchas personas en consulta decir:

- “Antes pensaba que pedir ayuda era para débiles… ahora entiendo que se necesita mucho coraje.”

- “Antes pensaba que ir al psicólogo era para locos… ahora entiendo que es para los que quieren vivir mejor.”

- “Antes pensaba que si ignoraba lo que sentía, se me iba a pasar… ahora entiendo que se acumula, y duele más.”

Y es que algo empieza a cambiar cuando dejamos de aguantar y empezamos a sanar.


¿Por qué sigue siendo difícil pedir ayuda?

Porque cargamos creencias culturales como:

"Eso es para gringos."

"Los problemas se resuelven en la casa, no con extraños."

"Yo me aguanto, como toda la vida."

Y sí, es cierto que nuestros padres o abuelos no fueron a terapia, pero también es cierto que muchos de ellos vivieron con heridas abiertas que nunca pudieron hablar.


Algunas cifras que nos hacen pensar

• En EE.UU., más del 20% de los adultos (unos 50 millones de personas) reportaron tener algún problema de salud mental en 2023.

• Solo el 36% de los latinos accedió a servicios de salud mental, siendo una de las tasas más bajas entre los grupos étnicos.

• En Latinoamérica, según la OMS, 9 de cada 10 personas con trastornos mentales no reciben tratamiento adecuado.

• Los suicidios aumentaron un 3% en EE.UU. en 2022, especialmente en personas entre 25 y 44 años.


¿Y si pedir ayuda es en realidad un signo de madurez emocional?

Aceptar ayuda no es rendirse. Es reconocer que mereces vivir mejor, tener relaciones más sanas, dejar de pelear contigo mismo/a cada día. Es decirte: “no tengo que poder con todo solo/a”. Es cuidar lo que te duele, pero también lo que te importa. Yo acompaño a latinos que, como tú, están cansados de sobrevivir en automático y quieren empezar a vivir con sentido. Si estás leyendo esto, ya estás empezando el camino.


¿Te animas a hablarlo?


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