Sanar lejos de casa: cuando migrar también te enfrenta contigo
- Ps. Daniela Cifuentes

- 26 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 13 jun
Cuando llegué a este país, pensé que lo más difícil iba a ser el idioma o la distancia. Y sí, pesan. Pero lo más duro fue otra cosa: enfrentarme a mí misma.
Aquí no tenía familia. No tenía a quién llamar si algo se rompía.Aquí, si no trabajaba, no había para comer.Y aunque por dentro me estuviera cayendo a pedazos… tenía que seguir.
Con un niño pequeño, no había tiempo para llorar mucho. No había espacio para detenerme a pensar en cómo me sentía, en lo que necesitaba. Pero fue justamente esa exigencia de “seguir sí o sí” lo que me obligó, tarde o temprano, a mirar hacia adentro.
A ver de frente todo eso que venía cargando desde niña y que el ritmo de la vida en mi país me había permitido ocultar.
💔 La herida de sentir que tenía que ser fuerte para no ser abandonada.
💔 La de callar lo que sentía para no incomodar.
💔 La de creer que el amor se ganaba siendo “perfecta”.
Este país me quebró en muchos momentos. Pero también me abrió la puerta a sanar desde otro lugar, con otras herramientas y con una nueva mirada.
Y no estoy sola.Sé que muchos latinos y latinas que han migrado se han sentido igual: solos, agotados, invisibles.Pero también sé que ese quiebre puede convertirse en un punto de partida. Un lugar donde, poco a poco, aprendes a escuchar tu cuerpo, tu mente y tus emociones… sin culpa. Con compasión.
Sanar lejos de casa no es fácil, pero es posible.Y muchas veces, es justo ese camino el que te devuelve a ti, a lo que eres en esencia, a lo que habías perdido entre tanto ruido.
Hoy acompaño a personas que, como tú, se han sentido abrumadas por esta experiencia migratoria, pero que también están listas para dejar de sobrevivir y empezar a vivir con más sentido.
Si sientes que ya no puedes con todo, no es debilidad. Es señal de que ya diste mucho… y ahora es tu turno.
🌿 Estoy aquí para acompañarte.



Comentarios