Cómo sanar sin olvidar quién fui: Reconectar con mi fuerza interior a través de mis raíces
- Ps. Daniela Cifuentes

- 8 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 16 jul
La historia no se borra, se integra No hay una sola forma de empezar a reconstruirse, pero hay algo que muchas veces evitamos: mirar hacia atrás sin juicio. La historia de cada uno está tejida con luz y sombra, con amor y con dolor. Algunas personas preferimos huir de ciertos capítulos familiares… ¿pero cómo construir una vida con sentido si me desconecto de lo que me hizo ser quien soy?
1. La herencia no es una condena, pero sí un punto de partida
Desde la psicología cognitivo-conductual y la neuropsicología clínica entendemos que muchas de nuestras creencias automáticas, formas de reaccionar y decisiones emocionales se construyen a partir de lo que vimos, escuchamos o callamos en casa. Reconocer eso no significa quedarnos atrapados en el pasado, sino entender qué parte de lo que hoy me duele o me limita fue aprendido… y que, por lo tanto, puede ser modificado.
2. No puedo elegir mis raíces, pero sí puedo hacerme cargo de ellas
Desde el enfoque sistémico y las constelaciones familiares, todas las personas que forman parte de mi sistema familiar tienen derecho a pertenecer. Incluso los que duelen. Incluso los que fueron excluidos. No se trata de justificar ni idealizar, sino de aceptar que forman parte de mi historia. Y que excluir a alguien de mi sistema es desconectarme de una parte de mi energía vital. Aceptar no es aprobar, es integrar.
3. Recordar sin quedarme ahí
Desde la mirada gestáltica, lo que no se nombra se repite, y lo que se evita persiste. Sanar no es olvidar ni suprimir. Es hacer el ejercicio valiente de mirar hacia atrás y reconocer lo que dolió, lo que me marcó y lo que todavía pesa. Pero también es tomar distancia emocional. Aprender a decir: “Esto me pasó, pero no me define. Lo entiendo, lo proceso, y sigo adelante”.
4. Reconectar con lo sagrado de mi historia
Desde la psicología transpersonal y las constelaciones, recordar la jerarquía del sistema familiar es un acto de fuerza interior. Quienes vinieron antes —así hayan tenido errores graves o ausencias dolorosas— tienen un lugar. Fueron nuestros ancestros. Y gracias a ellos estamos aquí. Cuando yo intento salvar, corregir o juzgar a quienes vinieron antes, me desconecto de mi rol. Ocupo un lugar que no me corresponde. Y eso, muchas veces, genera bloqueos personales y emocionales. Honrar a mi historia no significa quedarme en ella, significa tomar lo bueno, reconocer lo que dolió y devolver lo que no es mío.
5. Aceptar todo lo que soy, para poder elegir quién quiero ser
El equilibrio entre dar y recibir —uno de los pilares más importantes en constelaciones— nos enseña a hacer las paces con lo que fue, sin quedarnos atrapados ahí. Aceptar que recibí ciertas cosas (aunque hayan sido dolorosas o incompletas), me permite tomar decisiones conscientes. No desde la reacción, sino desde la conciencia. Solo cuando dejo de pelear con lo que fui, puedo empezar a construir lo que quiero ser.
¿Y entonces, cómo conecto con mi fuerza interior?
Tu fuerza interior no aparece cuando niegas tu historia, sino cuando la abrazas con dignidad. Cuando dejas de luchar contra lo que no puedes cambiar, y empiezas a transformar lo que sí puedes elegir: tu actitud, tus decisiones, tus vínculos y tu camino. Recordar quién fuiste no es retroceder. Es darle raíces a lo que estás construyendo hoy.
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